EGO SEMPER APROS OCCIDO, SED ALTER UTITUR PULPAMENTO.
Yo mato siempre a los jabalíes, pero la carne se la queda otro.
(Flavio Vopisco, Historia Augusta, 15, 3)
Obtenido de una anécdota de Diocleciano y que se emplea actualmente para indicar a las personas que se aprovechan de las obras ajenas.